miércoles, 15 de febrero de 2012

Mi primer San Valentín

     Y es que alguien como yo, que nunca ha tenido pareja, no me he visto nunca con razones para celebrar ese día del amor. Lo cierto es que no me imagino cómo podría ser mi vida con un novio, como tampoco me imagino teniendo un perro y abandonándolo un par de días a la semana por motivos laborales, así que si no soy capaz de mantener ni siquiera una orquídea con vida (creo que ya conté cómo cocí un día una dejándola al sol) menos aún podría pasar a pensar en plural.

     No es que no sepa cómo hacerlo (ayer mismo le organicé la noche a un amigo y su pareja en quince minutos), si no que nunca me he visto en la necesidad, o mejor dicho en la obligación. Cada uno tiene sus taras, y supongo que la mía es ser un autista sentimental.

     No voy a negarlo, alguna vez me he imaginado comprando un ramo de rosas rojas como el que llevaba un coche justo delante de mí ayer a la noche, al regreso del trabajo. O preparando en sorpresa una escapa romántica a algún lugar desconocido a tiro de piedra de esos que todos siempre quedamos pendientes de visitar y a los que nunca vamos simplemente por lo cerca que están. Pero supongo que no todos tenemos en la vida las mismas oportunidades y yo no estoy hecho para esto. Quizás es que llegados a una edad dejas de depositar la suficiente confianza en la gente o incluso en tí mismo como para dejarte llevar. O quizás simplemente es que no se hizo la margarita para la boca del cerdo, en cuyo caso algunas veces me toca ser animal, y en otras, planta.

     Pero no ayer. Bueno, en realidad, fue hoy, pues es ahora mismo cuando lo acabo de descubrir al mirar el correo de este blog, y descubrir la maravillosa sorpresa de un mail nuevo (el primero desde que el 31 de enero una señorita me acosase para colaborar con mi blog enlazándole publicidad, no le auguro un gran futuro a su empresa con colaboradores como yo, jajaja), remitido por Roberto Tenique, ese encantador bloguero que estoy seguro ya conoces.

     No puedo corresponderle en el día, porque entre mis virtudes no está la de viajar en el tiempo (aún). Así que le doy las gracias con este post, que al precio al que se están poniendo mis palabras (por escasas) espero le suponga una gratificación suficiente. Y si no... bueno, procuraré pensar en cómo corresponderle. ¿Será con una cabecera? Total, ya debo otras dos... jajajajaja

martes, 7 de febrero de 2012

Barcelona

     Ya, ya sé que ya lo dije, pero tengo que seguir presumiendo de viaje porque es lo único bueno que tiene la semana que me espera. A Barna me voy, para no tener tiempo a ver la Sagrada Familia. Ni el Parque Güell, ni el Paseo de Gracia, ni Las Ramblas con sus putas y sus ladroncillos. Ni siquiera tendré tiempo para ver ese monumental falo que le han puesto a la ciudad, porque Barcelona debe ser una ciudad transexual que terminando en a tremendo pito que se gasta. Y no, no veré nada de todo eso porque mi maravilloso planning me deja libre sólo la mañana del miércoles y la noche del sábado, y todo con la inestimable colaboración de Spanair, la finada aerolínea que soñó competir con Iberia. 

     A mí hay muchas cosas que me dan pena, como la gente que ha perdido el empleo y el que una empresa que a mí siempre me trató muy bien se vaya a hacer gárgaras, pero hay otras muchas que me parecen mal. Y lo de Spanair me parece muy mal por cómo se las han gastado sus gestores con los trabajadores -y no digamos con los clientes!- Lo que más curioso me parece es que después de ver cómo terminó Air Madrid aquí nadie haya aprendido nada. O quizás han aprendido mucho y ahora que estamos en época de darnos palos a los mindundis, pues a perro sarnoso todo son pulgas y venga dale leña al mono que es de goma.

     En fín, que diréis vosotros que a qué voy a Barcelona. Yo también me lo pregunto, porque con lo caro que me sale el curso ya puedo volver siendo más sabio que Petete (aquí se notará que soy el más anciano de la blogosfera y, lo que es peor, el que más memoria ha dedicado a retener información televisiva). Y no os diré más que voy a aprender, porque en esta vida lo de los trabajos monótonos-digo-estables ha pasado a ser un sueño y no digamos aquello que vieron nuestros padres de aprender una profesión para toda una vida, ahora hay que aprender hasta que te jubiles. Que no digo yo que esté eso mal pero al menos podíamos seguir teniendo recreos como en el instituto, leñe.

     Así que os dejo durante una semana. Supongo que me pasaré por vuestros blogs ahora que por fín tendré tiempo, aunque tenga que ser con mi smartphone dejándome el dedito. Y eso me recuerda que fue hace un año cuando me gané mi carnet de poeta, así que haré una oda al carnet para despedirme. Ay, qué tiempos aquellos!

Hace un año del carnet
que me dio mi amigo Thiago
ese al que todos creen ver
y siempre se está ocultando.

Cosa fácil no parece
hacer odas a un carnete
porque terminado en te
no hay palabras que recuerde

Aunque, como soy rabudo,
y va con doble sentido, 
me dispongo muy seguro
a intentar mi desafío.

Mi carnet es muy bonito
de color es plateado
me tiene muy contentito
el haberlo conquistado
.
Lo que más mola del mismo
es el número que tiene,
reviento si no lo digo,
pues es el sesenta y nueve.

No deja de ser extraño
el tener tal numerito
porque desde principios de año
yo no he mojado mi pito

Lo llevo con dignidad, 
es lo que tiene la crisis
que puestos a recortar
recortas también en kikis.

Pues bien saben en Irlanda
en Beiging y hasta en Natal
que sin sexo bien se anda
cuando se es asexual.

Y con esto y un bizcocho
hasta mañana a las ocho
que será cuando mi avión
ponga su motor en acción.

Hala, nos leemos!