viernes, 22 de abril de 2011

Esquiando (o qué duro es besar el suelo) segunda parte

El dueño del coche llegó para ir a trabajar. Lo vio tan lleno de nieve que se dijo, "no voy a trabajar, a joderse". Y se tomó esta última parte al pie de la letra.
     Por si acaso os perdisteis la primera parte y no queréis leerla de nuevo, os la resumo. Hubo un día en que, siendo yo un tierno infante, mis padres decidieron llevar a la "familia familiar" (mi hermano, mis padres y yo mismo) a esquiar. Como no había mucho tiempo (sólo fuimos un fin de semana) fuimos a Cabeza de Manzaneda, en la provincia de Ourense. Lo que prometía diversión comenzó no defraudando, tras perdernos al no entender las explicaciones que nos dio un señor que hablaba en un idioma muy raro, o cuando mi padre y yo descubrimos que nuestra "casa rural" era, en realidad, la funeraria del pueblo.

     Al día siguiente, y tras una noche más bien escasa de sueño, madrugamos para ir a la estación de esquí. Pero madrugar en un pueblo en donde no se hay dónde desayunar es un handicap, así que para cuando conseguimos llegar a la estación de esquí, una vez finiquitado nuestro ayuno, eran casi las nueve. Cuando conseguimos alquilar nuestros equipos, casi las diez de la mañana. Así que cuando reservamos monitor, sólo quedaban libres para las cinco de la tarde.

     Pero, ¿Quién dijo miedo?, allí estábamos dispuestos a triunfar. Todos menos mi madre, que la pobre tenía algo de jaqueca. Así que mientras íbamos haciendo cola para el telesilla mi hermano y yo, mi padre se quedaba cuidándola un momento. Con tan mala suerte que se apoyaron en un neumático que había requisado protección civil a algún suicida. Y fue justo en ese momento, con mi madre jaquecosa perdida, cuando la cámara del neumático que estaba a reventar de tan hinchada que iba, explotó. Al ladito de mis padres, con lo que si antes había jaqueca, luego ni os cuento.

     Pese a ello, y una vez recuperada, nos subimos al telesilla. Yo no sabía nada de los telesillas, esos artilugios demoníacos que sirven para suicidarse. A quién se le ocurre que alguien que no sepa esquiar va a subirse en él con los esquíes puestos? A nosotros, por supuesto, no. Así que subimos con los esquíes en la mano y nos sentamos mi hermano y yo y, dos asientos más atrás, mis padres. En medio del recorrido, el telesilla empieza a bajar hacia el suelo. Y cada vez más. Y más. Y más. Y empezamos a arrastrar los pies. Y luego, las piernas enteras. Y entonces, fue justo entonces, cuando a mi hermano, mientras nuestras posaderas besaban el suelo, se le clavaron los esquíes en él, el telesilla empezó a subir, mi hermano quedó colgando de un brazo, y el pobre Zetita como podía y sin soltar sus esquíes ayudó al pobre Zetitabrother a subir, mientras, dos asientos más atrás, mis padres gritaban desesperados viendo a su churumbel hecho tortilla espachurrado contra el suelo. Una vez arriba, mi hermano sólo decía "lo perdí, lo perdí" y yo pensando, ay, que se quedó sin pie. "¿Qué perdiste?", pregunté todo preocupado, y él me dijo, "El esquí". Figuraos si nuestra fama surcó tierra y nieve, que cuando llegamos arriba pararon el telesilla para que bajásemos caminando, como si fueramos la familia real. Del dolor de cabeza de mi madre ya ni hablemos.

     Descartados mis padres, mi hermano y yo decidimos sacar el autodidacta que llevamos dentro y empezar a aprender por nuestra cuenta y riesgo. Lo primero, ponerse los esquíes. Pero esto, como veo que se me prolonga, lo reservo para la tercera y, sin duda, mejor entrega de esta trilogía particular de nieve, sudor y lágrimas.

10 comentarios:

  1. jajajajaja Dios que piñas!
    mientras te leia me acordaba de una pelicula que vi hace unos dias, donde tres amigos quedan atrapados en la telesilla! dos muerren devorados por los lobos y la chica se salva! que fea experiencia! y la tuya tambien! Tu hermano es mayor o menor que tu??

    pobre tu mama, lo del neumatico pudo ser mortal! Por cierto cuando tengas hijos nunca los mandes solos! siempre al costado de un adulto! jejeje Espero con ansias la tercera parte!

    Que viendolo bien me recuerdas a George Lucas! que me imagino al terminar tu trilogia nos contaras lo que sucedio antes! jejejeje (perdon no puedo evitar el mostrar mi lado friki!) jajaja

    un abrazo!

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  2. No es para menos, yo creo que es una experiencia casi tan traumática como la mía: Cuando era pequeño veraneábamos siempre en Málaga porque a mi abuela siempre le ha tirado mucho su tierra e ibamos mucho a cierto parque de atracciones de por allí.

    A la entrada había un toro mecánico en el centro de una especie de plaza de toros hinchable y como me daba miedo cuando pasábamos por al lado me subían para reirse a mi costa, tenías que verme agarrándome como pueda y chillando como si me estuvieran haciendo un transplante multiorgánico sin anestesia hasta que salí disparado con tal mala suerte que caí justo donde acababa la parte de plástico hinchable...

    Besos.

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  3. Pensábame yo que lo de la jaqueca de tu madre es ese recurso tan socorrido de las alegres comadres de Windsor (es decir las mujeres) cuando quieren pasar de algo... o sea, no quiero esquiar, pues tengo jaqueca (tener jaqueca es la versión femenina para decir "no me sale del coño") aunque claro, después de la explosión y del susto cualquiera le discute a tu madre lo del dolor de cabeza... yo, pese a ser de Granada y tener perennemente SIERRA NEVADA a mi disposición, nunca me ha dado por esquiar, es lo que tiene, que suicidarme no está en mi lista de tareas pendientes, y el tonto en público ya lo hago todos los días sein necesidad de pasar frío, además, desde mi púrpura trombocitopénica idiopática (dicho en cristiano, que no tengo plaquetas) tengo prohibido, por prescripción médica, el darme piñazos por ahí por amor al arte...

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  4. Está visto que no se te puede llevar a ninguna parte. O a todas... a ver si te pierdes en alguna. No me extraña el dolor de cabeza de tu madre... conociéndote.

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  5. Me has recordado una historia de esquí que me ocurrió hace mucho también con un telesilla. Creo que haré algún día una entrada con ella.

    Lo que no has dicho todavía es si llegasteis a esquiar ese día jajaja

    Un beso (blanco como la nieve)

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  6. Lista realmente Zmummy..., quedamos a la espera de la tercera edición de este helador relato.

    Besos

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  7. Lo que cuentas lo dices con mucha gracia, pero todos esos "sucesos" pudieron haber sido realmente peligrosos, ¡qué fuerte!. Y aquí seguimos esperando el desenlace. Besos.

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  8. Jajajaja, que "jartá" de reir, aquí me has hecho llorar con un post, ahora tendré que disimular y salir a fumar, con la excusa. Es que me he imaginado la escena del telesilla ese... y cuan catetos podemos llegar a ser en medios totalmente desconocidos y/o hostiles para nosotros. Ahora entiendo un poco a esa gente que toda su vida ha querido visitar el mar... pues, algunos he visto hacer similares en el agua.

    Bicos Ricos

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  9. De verdad, que ir a esquiar y no saber, es una especie de suicidio. Tus padres en que pensaban? querían convertiros en una Familia Bien de la ciudad, porque antes ir a esquiar no lo hacía el pueblo llano, jajaj. Así que pijines cuando erais jovenzuelos?

    Un beso

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  10. Eso que narras parece tratarse de un fin de semana de maravilla, en el que estuvisteis descubriendo un mundo nuevo... Jajajajajajaja...

    Un abrazo.

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