Y encima la culpa es sólo mía. Bueno, mía y del resto del mundo, claro, pero mía también. Qué gran verdad es esa de que el que mucho abarca poco aprieta!
En realidad, la culpa es de Brekiaz, que me ha liado para hacer un blogoamigo secreto sin yo tener muy claro en lo que me metía. Al parecer, tengo que imaginarme cómo sería darle un regalo a un bloguero y escribirlo, o eso creo haber entendido. Bueno, me ha tocado en sorteo ante notario (ejem) Zowi, supongo que por eso de empezar por mí mismo, jajaja.
El caso es que, se supone también, este post debería haber sido escrito hace tiempo. Cuatro días, según creo. Y yo que vivo en mi mundo pensé que era para navidad! Así que lo hago ahora después de atragantarme cuando, hace dos días, Breki me ha escrito para reñirme, jajajaja. Pido disculpas a los dos.
Encima de todo esto, tengo un proyecto de tesis casi niquelado hecho en dos semanas. Y entre eso, el trabajo, y mis últimas novedades amatorias de las que no hablaré porque ya sabéis que yo soy asexual -jajaja- he dejado los blogs ajenos, el blog en el que colaboro y el mío propio totalmente olvidados. Primera promesa para año nuevo: retomar mi vida blogueril.
Si hasta he reducido a la mínima mis horas de gimnasio!
Bueno, que me lío... el blogoamigo secreto, o cómo conocí a Zowi comienza aquí:
Seré breve. No por mi falta de tiempo, que también, si no por la más mínima discrección no diré cómo lo conocí. En realidad. él vino a mí, así que debiera decir cómo me conoció. Simplemente, sucedió. Un día, llegó un mail, al que respondí, como siempre, tarde, pues por eso soy la última letra del abecedario. Pasaron los días y llegó otro, al que siguieron varios más. Semanas, meses, y un buen día, un intercambio de teléfonos. Una llamada. Una voz agradable. Una risa fresca con sabor a menta. Un palpitar. La promesa de un tal vez nos conozcamos.
![]() |
Así de liado terminé adornando |
Llegó el día. Fué allá por Navidad de aquel año. Durante el día previo, limpié mi casa, adorné la ventana, coloqué el árbol. Casi muero ahogado estrangulado por las luces de navidad que algún día alguien debería de prohibir. Pero lo logré. Todo estaba preparado, pensaba mientras desde mi salón llegaban los acordes de un villancico de Mariah Carey. Sonó el timbre. Preparé mi regalo, una pequeña cajita de madera que guardaba en su interior las hojas donde vivía el sueño de habernos conocido. Sonó el timbre, abrí la puerta y escuché un suspiro por detrás de la madera. Un grito ahogado de sorpresa, un "hola, qué tal?" al que siguió un "bueno, pues aquí estoy".
Pasa dentro, que hace frío hoy, Voy, dime... dime dónde puedo dejar el abrigo. Ponlo aquí, déjame verte. Pues sí que eres alto. Pues tú más. Y qué me cuentas. Blablablablabla