Luisa recordaba aquella anécdota de su abuela. El día en que Dios descansó posando su mano tras crear el mundo, y formó las rías Baixas al tomar apoyo. Recordaba también aquella vez en que la tormenta la pilló desprevenida y, zarandeada por el viento, fue un vecino quien la recogió, perdida en medio del monte, apenas a cien metros de casa. Luisa recordaba todo aquello mientras el bus de línea devoraba kilómetros por la autovía. Al fín, años después de haber marchado, regresaría a la tierra de sus padres. Llevaba mucho tiempo aguardando por un verano que le diera la ocasión de reunir a varios amigos de la infancia y celebrar todos juntos allí una sardinada, lejos de los centros comerciales de la capital y del urbanismo salvaje. Ya podía sentir en su nariz el olor del pescado a la brasa, mientras en su boca rememoraba la textura de aquel pan de brona que tan bien casaba con aquel manjar. Y recordaba.... recordaba de su infancia aquella tierra donde el agua de lluvia se convertía en arte. Donde del verde de sus montañas surgía el amarillo de la flor del toxo y de la xesta. Donde el olor a mar se impregnaba en cada esquina y el viento peinaba cada pequeña plaza.
Recordaba que hubo una tierra en que sus gentes marineras veían todos los días morir al sol. Un faro mítico que dio nombre al fin del mundo, donde gentes venidas de sitios de nombres desconocidos acudían a quemar sus vidas pasadas, dejando atrás su anterior yo. Que hubo un paraíso lleno de montañas y riberas, lleno de vida y de luz, de roca y manantiales, de playas de fina arena y de dunas danzarinas que bailaban con la brisa del mar...
De repente, el autobús se detuvo. El conductor dio el aviso -"fín de trayecto!"- y todo el mundo se puso en pie para recoger su equipaje. Aturdida, Luisa se bajó del autobús. De la playa del pueblo no quedaba apenas vista, tapada por dos edificios vestidos de granito gris. Por cualquier esquina que mirase, no pudo adivinar el verde de las montañas ni el murmullo de los manantiales. A lo lejos, las luces de un hipermercado alumbraban una explanada en la que alguien, con dudoso gusto, había puesto una fuente de metal. No había niños correteando en la calle. Y, mientras vió cómo la policía se llevaba esposados a un par de concejales, descubrió con amargura que a la plaza mayor le había surgido... un centro comercial.
se llama progreso, civilización y politicos al servicio del ciudadano
ResponderEliminarBueno, no daré contestación política sobre los hechos, pero vamos, que has descrito muy bien mi Galicia... la que siempre ha sido, y a la que irremediablemente vamos encaminados.
ResponderEliminarBicos Ricos
Ni que hablaras de Dña. A., mi abuela, é dunha aldeíña de "Sé".
ResponderEliminarAdrianos, tu sutil ironía me congratula. :P
ResponderEliminarPimpf, no pretende ser un cuento con moraleja política (¿o quizás sí?) sólo hacernos pensar un poco en lo que teníamos y lo que hemos conseguido. Si te consuela te diré que los alcaldes eran dos del PP y uno independiente apoyado po rel PSOE. A mí personalmente no me consuela lo más mínimo.
Malaputa, espero impaciente noticias de doña A. ¿Agueda? ¿Adoración? ¿Alvariña? ¿Almivarada?
ResponderEliminarDa igual, estoy delirando, do not respont, thanks, jajaja.
respont: respond
ResponderEliminarSi es que si miras para atrás te conviertes en estatua de sal.... Lo sabe todo el mundo
ResponderEliminarSi, has descrito muy bien la Galicia de Pimpf pero...¿y la otra? jejej (chascarrillo)
ResponderEliminarCruda realidad la de esta galicia nuestra, todos a aprovecharse lo maximo sin mirar al futuro, ains con el potencial que tenemos y lo poco que vamos a dejar a los demas.
ResponderEliminarY si solo fuese en esos tres ayuntamientos aun seria bueno...
Sabine
Pau, qué mal rollo, no? jajaja Todo el mundo no, la mujer de Lot (no se llamaba así el de Sodoma) no se fió... y así acabó, de estatua, jajaja
ResponderEliminarRomek: Mucho me temo que la otra galicia es la del feismo, con casas sin recebar y edificios de ladrillo visto. Esa ya no era hermosa ni antes del boom inmobiliario.
Sabine, siempre nos queda el consuelo de que Marina D´Or está en el mediterráneo. Aquí tenemos vídeos de Mariña D´Or, que para el caso... XD
Ays no, la costa de Barreiros es de pecado, mas cerca de coruña en Caion se despiertan de vez en cuando y dicen de hacer una urbanizacion a lo largo de la costa, y mira que ya han puesto feo a mi pueblo , pero seguro que algun dia lo consiguen, yo soy muuuuy pesimista(cuando hablamos de urbanismo)sino soy una fiestas, :)
ResponderEliminarSabine
:D
ResponderEliminarUn poco más y se llevan las rías Baixas a su casa...
ResponderEliminarCaión era precioso cuando era pequeña.... ahora es un pueblo más...
ResponderEliminarAunque me sigue encantando ir a comer trucas terraceras cuando hace solete ^^
trucas= truchas
ResponderEliminarNo Z, no te vuelvo a hacer la del móvil de tres iguales xD
Yo sigo atada la recuerdo de Caion y no a lo que es ahora, quizas por eso me siga gustando (y no vais a hacer surf alli?)
ResponderEliminarSabine
Lo de Barreiros es alucinante, sí. Hay un video que lo explica todo (busca mariña d´or en youtube y ya lo verás), Sabine. Caion.. bueno, terminó adefesiado (hecho un adefesio) pero vaya, en la línea habitual...
ResponderEliminarStultifer: Alguno lo que ha hecho es llevar su casa a la Ría. Literalmente.
Have a nice day: Otra vez te has esnifado el colacao.
una vez fuimos, Sabine, pero la playa es muy pequeña y era verano, estaba llena de gente y no nos gustó la experiencia de ser terroristas de agua salada. Cualquier día repetimos
ResponderEliminarYo fui una vez en verano con mal tiempo y nadie en la playa... y otra vez fui a mirar y acabe sin entrar.... ninguna de las 3 veces me convenció, la verdad.
ResponderEliminarPero habrá que darle otra oportunidad, aunque prefiero Razo, la verdad. Las olas me gustan más y al ser grande, a cojones tiene que haber un hueco jajajajaja.
jaj cari, voe que me has hecho caso y has retomado tus post literario-criticos... Es terrible lo de los alcaldes de la zona de finisterre, parecía que eso solo pasaba por los benidores y torremolinos, jaaj Lo bueno es que al menos estos casos salen a la luz... Pero todavía está por aclarar todo ese asunto de los parques eólicos, cari, jaja
ResponderEliminarY bueno, si dios creo las Rías Bajas al posar una mano, cari, de dónde salimos los de las Rías Altas? jaja
Bezos.
Mi papá nació en un pueblito del sur de Orense (no me acostumbro a decir Ourense). De pequeño iba a pasar vacaciones en el verano. Teníamos unos amigos en Venezuela que tenían casa en A Grixa (se escribe así?)
ResponderEliminarTengo unos 15 años o más que no voy por esos rumbos. Imagino que no habrá escapado a ese "progreso"
Saludos Z
Thiago, yo siempre te hago mucho caso. Mal que me pese.
ResponderEliminarManuel, yo siempre digo Ourense, jajaja. Y ya va tocándote volver por aquí, eh!
Have a nice day... pero hay algo más que te tenga que decir?? XD
Anda, yo pensaba que era a mí a quien habías hecho caso, que te llevo diciendo lo bien que escribes desde el post número...3 o 4 o así, jaja. Y con cosas como esta me lo re-demuestras. Excelente texto. Y siendo como soy de la Costa del Sol, te ouedes imaginar que también me ha llegado más que hondo.
ResponderEliminarClaro q te hago caso theo. A Thiago le tengo que agradecer el cuerno que me ha tirado en todo caso, claro que como me dio un premio plateado se lo perdono. Y ademas, que es eso de andar con exigencias, sr. +1, eh? No escribo bien, bueno, normal, no se, cuestion de gustos. Pero los atentados urbanisticos son algo muy generalizado en todo el estado, por eso aunque el tema es un poco local me parecio bastante universal
ResponderEliminarsí, hay algo más.... hablamos xD
ResponderEliminarBuen viaje!!
Y que le hacemos? porque si bajas para andalucia te encuentras con lo mismo. Chorizos por todos lados y corrupción, pero yo me pregunto, será que todos somos así? que el poder corrompe a todos? no se, pero a mi estas cosas no me extrañan nada de nada.
ResponderEliminarUn beso cielo
Pues o mudarnos de pais, que no mola nada, o aguantarnos e intentar que no se siga con esos churros. Que tampoco mola mucho pero a todo nos acostumbramos, segun se ve
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