martes, 25 de enero de 2011

Jennie

     Mi amigo P. del que ya os he hablado en alguna ocasión, dice siempre que cada vez que quiero ligar saco a relucir el tema de mi vida en Nueva York. Y yo, antes de que nadie deduzca que quiero ligar en este post, digo que no tengo la culpa de tener una vida tan interesante. El caso es que, por si no ha quedado claro, hace más pocos que muchos años y con afán de conocer mundo, me mudé a trabajar -gratis, que soy así de altruista- unos meses a NYC. 

     Algún día hablaré un poco de la ciudad y sus impresiones, más que nada por si alguien tiene planeado hacerse un viaje (tengo lo que en su momento fue un blog vía mail guardado en mi cuenta de correo electrónica del que tiro cada vez que alguien me pide consejo), pero hoy quiero hablaros de lo extraño que es todo si lo pienso hoy día. Me fui a una ciudad desconocida, a 10000 km de distancia de cualquier persona con la que hubiera tenido trato, a vivir en una casa compartida con otras dos personas de las que no sabía absolutamente nada, encontrada por internet, con un hombro luxado apenas quince días antes (de hecho tuve que cambiar mi vuelo de llegada y el de regreso por ese motivo) ayudando a mi padre a recoger la hierba en un día de borrachera a las cuatro de la mañana (todo muy lamentable, el borracho no era yo, vaya por delante). Que por cierto la traumatóloga que me vio a la semana no había visto nunca a ningún paciente que se redujera solito la luxación, pero a mí a carácter no me gana ninguna articulación.

     Así que allí llegué yo, con mi cabestrillo en el brazo y mi maleta de 23 kilos a la puerta de la calle... vaya, ya no recuerdo su nombre, en medio de Brooklyn, después de que un taxista capullo me robase cincuenta dólares por un recorrido que no debiera haber costado más de quince (los taxistas son iguales en todas partes, me parece a mí). Y así fue como conocí a William.

     Ahora que miro para atrás con más distancia, me doy cuenta de lo bueno que fue William conmigo, pese a nuestras más que evidentes diferencias. Él no tenía más oficio que la vida, y su alquiler lo pagaba realquilando sus habitaciones a otros inquilinos, y así fue como yo llegué allá. Día tras día fue guiando mis pasos, y así conseguí en un día y medio tener móvil propio y dominar el arte de la lavandería, que lo cierto es que daba mucho más juego en aquella serie llamada "Melrose Place" del que me dio a mí. Incluso me llevó por el ambiente Newyorkino, pero todas nuestras excursiones terminaron en lamentables caminatas e inimaginables colas. Más de un día me daba abrazos, pero cuando sus abrazos terminaron en magrearme el culo tuve que poner las cosas con un poco más de distancia :P

     En la otra habitación de las tres que teníamos en la planta vivía Jennie. En realidad nunca supe bien cómo escribir su nombre. Era una mujer de Missisippi, de unos cuarenta años, que estaba escribiendo una obra de teatro de la que jamás quiso desvelarnos nada. Con ella solíamos pasear los domingos, mientras a lo lejos escuchábamos los cánticos de las misas Gospel. La buena de Jennie era tan sobredimensionada que durante los dos meses que estuvo con nosotros tuvimos que cambiar tres veces la tapa del water, pero aún así a ella le encantaba pasear. Por ella estuvimos una tarde entera intentando conseguir unas entradas gratuitas para ir a ver Wicked, el musical (que terminamos viendo en Chicago, pero eso es otra historia). Con ella, también, teníamos largas conversaciones en aquella cocina mientras William engullía sus alitas de pollo y yo me hacía una ensalada o tomaba unos frijoles. 

     Finalmente, un domingo a las ocho de la mañana, Jennie entró en mi habitación. Su tren de vuelta a Missisippi partía en media hora. Me dió un beso de despedida y me dijo que me había dejado un regalo encima de mi mesa. Cuando me levanté, encontré una biblia mormona en mi escritorio.

16 comentarios:

  1. jajaajja mencanta como se les escurren las manos al darte un abrazo a algunos susodixos jajaajajaja


    y la jenie es haahhaa tenia el muelle flojo jjajajajjaa ke arte jajaja
    y el regalo de la pobre una biblia jajaja


    ai yo sabia ke kerias ligar conmigo por eso as escrito tu viaje jajajaja xD

    besi

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  2. Ándale compadre, yepa yepaaaa, que bueno el post de los estates. Y que se jalen al P., que es un biuul envidioso!

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  3. pos ya me darás algunos consejos y recomendaciones entonces, k este verano nos iremos a Nueva York a visitar a mi suegra... jaja besos

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  4. jajajaja, y te la has leido???

    Es que la gente hace unos regalos que pá qué.

    Estás hiperactivo o qué? dos posts en un día!!

    Beesoss

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  5. Ultimamente posteo dos veces al día, Rosa, porque mi vida es muy aburrida y el blog me la hace más divertida.

    Sergio, cuando quieras te paso mis consejos, pero ármate de paciencia. Varios amigos que se han ido después terminaron imprimiéndoselos e iban NY arriba, NY abajo con mis folios en la mochila, jajajaja. Tu suegra es newyorkina? Joer, hijo mío, que nivel tienen algunos!

    Anónimo: Que P. es muy buen amigo. Tiene sus cosas y tal pero en el fondo se hace querer, jajaja.

    Me: Hombre, ligar, ligar, yo prefería ligar con Thiago pero se me ha espantado después del último post, así que me limitaré a lanzar la red por ver qué cae, jajajaja.

    PD: De la biblia, al final, no fue nada. Cuando volví de NY traía tanto exceso de equipaje que ejercí de Wally y fui sembrando de cosas mi camino al aeropuerto. La Biblia se quedó en mi habitación, junto con cinco pares de calcetines para patinar sobre hielo, dos camisetas y no recuerdo si también un pantalón.

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  6. Creo que todo el mundo deberia irse una temporatida por ahi a aprender costumbres e idiomas y a no tener miedo de estar perdido, sigue contando tus aventuras seguro que tienes para miles de posts. Lo de la biblia muy curioso, seguro que la cogio de algun motel, como en las peliculas. y si, yo tambien me fui, pero no volvi, pero esa es otra historia
    Sabine

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  7. ... que ardo en deseos de que nos cuentes, Sabine. La Biblia me la regaló porque la tenía ella. Debió de verme tan pecador que intentó salvarme. Pero vaya, que justamente pecados en NY yo no cometí ninguno, bastante tenía con turistear, jajaja.

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  8. JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA eso es como cuand mi tía se la regalo a mis primas y hermana y le dijo a mi hermana "tu la vas a necesitar mucho" jajajajajajaaj ya se sabe ciencia Vs religión :p

    Muy bueno, cuenta más....

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  9. Da igual la distancia. Es la mente lo que te permite continuar. Como eres fuerte interiormente te da igual estar en NY que en Somalia. Siempre as a encontrar quien te robe, quien te quiera, quien te comprenda y quien no quiera saber nada de ti. Las personas somos como las olas: siempre estamos ahí y actuamos diferentemente cada uno. Eso tu ya lo sabes. Yo estuve en Nueva York una o ninguna vez.

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  10. Uhmmm, que ánimos los tuyos, algún día podré contar la historia de una amiga de mi pueblo que también se fue allá a la aventura y es a día de hoy que no la he ido a visitar, nos vemos en mi pueblo.... pero lo tuyo son huevos, el ir con una luxación.....

    Bicos Ricos

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  11. Have a Nice day, no hay mucho más que contar. Me volví de NY y nada más supe de nadie. Pero ayer, no sé por qué, me acordé de esta buena señora y me entró la melancolía viajera.

    Stultifer: ese comentario tuyo ha sido muy de hablar mucho sin decir nada. Pero vale, porque lo mismo has dicho algo muy profundo y yo, que tengo poco fondo, me desbordé. Por cierto que para Somalia no, pero para Angola tenía una oferta no hace tanto (de trabajo(.

    Pimpf: hombre, el hombro aún ahora me duele, y ya ves, me he metido a surfista igual. Más que huevos eran ganas de ponerme a prueba. Yo era mucho del terruño y tenía que saber cómo me defendía en un sitio totalmente desconocido.

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  12. No te crees ni tú que te fuiste a 10.000 km de cualquier persona con la que hubieras tenido trato. Con la de turistas españoles que hay por la big apple seguro que te cruzaste con más de un conocido...aunque no os dierais cuenta, jaja. A mí me pasó, y era una época en la que no existía el low-cost y se viajaba mucho menos.

    Pero la tipa esta seguro que tenía una interesante historia a sus espaldas. Es de relato de Romek, pero total. Seguro que lo hubiera empezado "Jennie estaba convencida de que las vibraciones de música gospel ayudarían a eliminar su sobrepeso, pero yo nunca quise contradecirla. Cuando comía frijoles me miraba como si toda la gula del mundo se concentrara en un solo punto (el punto Z, pensaba yo para desdramatizar, aunque luego comprendí que me verme como un punto Z de Jennie dramatizaba aún más la cosa) y acababa dándome ardores de estómago..." Algo así, pero mejor, por supuesto.

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  13. Jajajajaja, joder, Theodore, sí, hubiera quedado mucho mejor! Mierda, tengo que tomar clases de vosotros. Pero si es que sois unos fieras, joderrrrr!

    Y, aunque te parezca increíble, la única persona conocida que me encontré fue a mis padres y una amiga que vino a visitar la ciudad aprovechando mi estancia allí (habría ido exactamente igual pero no me voy a quitar yo méritos, no?).

    PD: No tendría el más mínimo interés en convertirme en el punto Z de Jennie. Y eso que me caía realmente bien.

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  14. ¿Y por qué si he añadido un gadget para que se actualicen los comentarios, no salen estos dos últimos míos??? Non entendo nada deste couso, cajona...

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  15. uhm...lo más importante te lo saltas. Me quedé con ganas de saber cómo conociste a William.
    Nueva York es estupendo pero los primeros meses tuve que tomar prozac porque no me gustaba.
    un besito

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  16. Jajajaja, es un poco lamentable, pero fue vía craigslist. Llegué a un punto de desesperación por tener casa en que decidí que me daba igual meterme en cualquier sitio con tal de tener un sitio al que llamar hogar. Y allí me fuí. Todo iba genial hasta que mataron al vecino a balazos, jajaja.

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