Ando en estos días un poco asustado por el movimiento que Wikileaks está transmitiendo a todo esto de la política y la luz que arroja al Backstage de las relaciones internacionales. Por otra parte, afamados deportistas con prestigio internacional resultan ser investigados por posibles acusaciones de dopaje, que ya veremos en qué quedan. La generación más preparada de la historia de la humanidad se enfrenta a las cifras de paro más abrumadoras que se recuerdan y ya hay quien dice que serán la primera generación que viva peor que sus padres. La NASA dice haber descubierto una bacteria milagrosa que al final va a ser un bluf que ni el bizcocho que estaba haciendo el otro día hasta que lo pinché.
Todo esto me lleva a pensar... ¿Y si resulta que todo lo que nos dicen que es, en realidad no es, y lo que no nos dicen es lo que es en realidad? No sé si me explico, pero yo me entiendo aunque parezca imposible.
En fín, que como todo está tan en el aire y todo son dimes y diretes, voy a endulzar un poco la bloggosfera y voy a contar la historia del azucarillo tal y como me la contaron una vez a mí... y luego haré un comentario en plan científico que para algo estudié mi carrera durante tantos años, qué caray!
Estaba yo un día tomando un café (mentira primera, no tomo café) con mi buen amigo P. (me ha pedido en múltiples ocasiones que mantenga su intimidad, y yo soy muy obediente), cuando me asaltó con una pregunta. Tomó su azucarillo en las manos y, antes de abrirlo, me dijo, mirándome a los ojos "¿Nunca te han contado la historia del azucarillo?". Yo, que si algo soy es curioso, le dije que no y tras confesar mi ignorancia le pedí que me la contase.
"Bien, Z. Hace años, muchos años, eh, el azúcar no se vendía como lo conocemos hoy día. No venía molido, venía en bloques porque provenía de la caña de azúcar y al secar el jugo forma un bloque. Tú ibas a la tienda o al colmado que fuera y pedías una parte de azúcar, y te lo cobraban al peso, como quien compra jamón york. Eso fue así hasta que un día, la mujer de un señor se cortó un dedo cortando el azúcar, y ese señor decidió que aquello no podía ser, y fue cuando inventó el azucarillo, el terrón de azúcar. Pero pasó el tiempo, y otro señor, por otra historia que ahora mismo no recuerdo, pero supongo que algo parecido le debió de pasar, decidió que aquello era de todo menos práctico y estuvo años pensando cómo podría hacer para mejorar aquello, e inventó el azucarillo, el sobrecito de azúcar molido que habrás visto miles de veces". Tomando de nuevo su azucarillo entre las manos y enseñándomelo, añadió "En realidad no hablo de estos azucarillos cuadrados, me refiero a esos otros que has visto seguro en otras ocasiones, los alargados que son como un tubito" Yo asentí, completamente embelesado por esa historia.
"Bien, pues ese señor se suicidó" Mi cara debió ser un poema porque una sonrisa se dibujó en sus labios "Es un poco fuerte, pero el señor se suicidó porque después de tantos años y tanto esfuerzo volcado en mejorarle la vida a la gente, la gente se dedicó a utilizar su invento y a hacerlo..."dijo, señalando al azucarillo que yo había abierto hacía apenas cinco minutos "... mal."
- Y cómo se supone que hay que hacerlo?- Dije yo, la verdad que con un poco de sentimiento de culpa.
"Deberías haberlo abierto por la mitad, sin más. No hace falta agitarlo y abrirlo por una esquina. Y para que lo veas, te lo demostraré" y cogió su azucarillo y empujándolo por la mitad como quien cierra un botón, abrió el sobre y vertió todo el azúcar en su taza.
Vale. Hasta aquí el mito. Y ahora va la historia. He buscado y buscado por Google y mil sitios más y termino llegando a la conclusión a la que otros han llegado. No existe el tal señor por ningún sitio. Pero como además soy muy curioso, llegué a encontrarme con algún sitio (gracias, San Google!) que nos repasa toooooda la historia del azúcar. Y resulta que ya por el año 1561 se usaba el azúcar molido para hacerle mermelada (de naranja, cágate lorito con la precisión histórica) a María la Reina de Francia. O sea, que ya me extraña a mí que hayan inventado de aquella el sobrecito de azúcar. Que puede ser, pero vaya, al final pasará como aquellas bacterias marcianas que habían vivido en un meteorito encontrado en la antártida....
Si es que la vida es como el parchís. De cada veinte que te cuenten, sólo se han comido una.
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ResponderEliminarLo que pasa es que a la gente le gusta contar historias..... si son verdad o mentira es lo menos importante xD
ResponderEliminarAl final somos como nuestros abuelos jajajajajajaja
Este post es el más sensato y certero. Nada de lo que nos dicen ES. La NASA no dice lo que ha descubierto ni con quién trabaja ni lo que excava a cientos de kilómetros bajo tierra. No sabemos lo que se cuece en Dulce ni en Area 51, ni lo que hay debajo del aeropuerto de Denver, ni por qué hay símbolos masónicos por todas partes, ni de qué sirven los mensajes subliminales en las películas. La televisión publica la noticia de que han sido apresados cuatro negritos que vendían top manta y un desgraciaito que vendía haschis. Sin embargo, no se habla de que los gobiernos son los mayores traficantes de droga del mundo y nadie puede apresarlos.
ResponderEliminarNo te creas nada. Sólo somos títeres.
No estoy de acuerdo, Romek. Yo no soy títere de nadie. El mundo apesta. Pero tenemos wikileaks XD
ResponderEliminarWikileaks es otra estafa.
ResponderEliminarseguramente. Pero también la homeopatia lo es y no les va mal.
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