No he sido nunca una fashion victim. A lo que se ve, debo ser más de marcar tendencia. Me hago un blog cuando ya nadie se los hace, y, como dice un buen amigo mío, seguro que termino abriéndome un twitter dentro de dos años. Menos mal que al móvil llegué a tiempo. Claro que teniendo en cuenta que mi último modelo debe ser realmente eso, el último modelo que queda, porque tiene ya cuatro años y pico, tal vez debiera empezar a pensar en cambiar de teléfono.
Así que aquí me tenéis, con mi ignorancia galopante en todos estos temas, informándome de si tecnología Android o si Apple, si me quedo con el Samsung Galaxy S o si el Iphone 4, al final terminaré con el nokia N8. Tengo un lío de siglas, letras y números en la cabeza que parece que vaya a parir un hijo de un sudoku y una sopa de letras.
Y es que encima estoy enfadado porque a la cena un compañero me ha contado cómo ha negociado con su empresa que le renueven dos móviles y les ha sacado dos Galaxy. Por cero euros. Claro que vete a saber, lo mismo habla todos los días con China, que aquí hay mucho estirado (yo estoy infiltrado desde hace años y aún no me han descubierto). Pero yo, ja, he hablado con mi compañía y me dan un iphone si les achucho 200 eurazos, que vaya, para eso ya me lo compro yo en USA y me hago de yoigo y a tomar viento. ¬¬
Además, con lo que me cuesta a mí tomar decisiones, que si dudo más nazco hermafrodita, para encima tener que andar achuchando a las compañías. Que para rematar la faena te pasan siempre de teléfono en teléfono hasta que te desesperas. Hoy para que mi compañía me dijera por qué precio me salía el iphone he estado seis minutos (SEIS!) escuchando una música atroz. Que yo estoy convencido que es una forma de alienación que tienen. Seguramente los dirigentes de las compañías telefónicas son extraterrestres preparando la invasión y pretenden borrarnos los recuerdos a base de melodías horrendas (ya podían poner alguna canción bonita, no esas composiciones que parecen de organillo o zamfona).
Total, que así me veo, iniciando el año con mi móvil que ya no es móvil, porque si lo desenchufo y hablo por él le dura la batería lo que tarda el Cuñaaaaaao en enseñar el diente. O mandando a las compañías al garete y comprándome un tamtam, que además eso tonifica los brazos una barbaridad.
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